martes, 2 de junio de 2009

Adoptar a un perro



Al igual que al comprar un perro, cuando adoptamos uno es imprescindible pensarlo bien, y no dejarnos guiar por lo tierno que se ve, ya que una mala decisión puede desembocar en la elección del perro inadecuado.
Adoptar un perro puede significar, entre otros casos, que éste sea un perro perdido, que una familia amiga haya tenido una camada de cachorros y los regale, o ir a una institución de adopción de perros.
Si estamos ante la duda de adoptar un perro perdido, lo primero es, en la medida de lo posible, averiguar si está realmente perdido o si fue abandonado, y en el caso de que su dueño ya no lo quiera, la pregunta sería si hay un verdadero motivo; puesto que quizás sea un perro agresivo, o tan sólo un perro con mala suerte, y cuyo dueño haya sido irresponsable con éste. No hay que caer en el egoísmo, si un perro está perdido, quiere decir que hay un dueño que lo busca, y que ambos se sienten tristes por la situación; por lo tanto, antes de integrar completamente un perro perdido a nuestra familia, tenemos que hacer todo lo posible por encontrar a sus dueños para devolverlo, si queremos al perro hay que pensar en lo mejor para él, no para nosotros. Además, como en la compra de un perro, hay que considerar si es cachorro o adulto, su sexo, y su tamaño.
Otra situación posible es la de la adopción por medio de conocidos, amigos, o familiares, la ventaja que encontramos allí es la posibilidad de conocer a los padres de cachorro (si es que regalan una camada de ellos), o del perro adulto, aunque en el segundo caso quizás no contemos con esta alternativa. Si es un cachorro, podríamos preguntarle a su dueño cómo es cada uno de la camada, y dependiendo de lo que queramos, elegir; si es en cambio, un perro adulto, lo primero será preguntar por qué lo regalan, no es lo mismo que el motivo sea que ya no lo pueden cuidar porque se mudan a una casa muy pequeña o porque andan mal de dinero, que lo regalen por haber lastimado a un miembro de la familia.
El caso de las sociedades protectoras de animales es otra opción, allí se albergan muchísimos perros de todo tipo, tamaño y edad, que frecuentemente, tuvieron un dueño anterior, y están perdidos o abandonados. Son perros por lo general muy cariñosos y que necesitan de mucho afecto, pues no han tenido una vida muy fácil; si eliges a uno de ellos quizás le estés dando una oportunidad de una nueva vida, un nuevo comienzo.Quizás la elección del sexo de tu mascota no te parezca un motivo importante en tu decisión, y te sea medianamente indiferente adquirir un perro o una perra, esto es un error que habría que corregir, puesto que luego no hay vuelta atrás. Si bien, la raza es en gran medida lo que diferencia a los perros unos de otros, los perros y las perras son distintos, y cada uno tiene sus ventajas y desventajas, y sus particularidades respecto del temperamento.
Los machos tienen un carácter más fuerte que las hembras, y en muchos casos son mejores guardianes, pero hay más posibilidades de que escapen, entre otros motivos, por andar detrás de una perra en celo.
Los machos son más independientes y territoriales, requieren un dueño con mayor experiencia y mejor control, y tienen más fortaleza física. Las hembras poseen su período de celo cada seis meses, durante el cual sufren cambios de humor, y sumado a esto, los amos tienen que vigilarla para que no ocurra ningún evento desagradable con otros perros cercanos a ella; por otro lado, si se quiere que la perra tenga cría, es preciso saber que en la gestación la hembra requiere de cuidados especiales.
Las hembras suelen ser más buenas con los niños, y tienen mayor futuro en las exposiciones de belleza, pues si bien se inscriben menos machos (es decir que tienen menos competencia), las hembras pueden aparearse con un macho que arregle aquellas condiciones que no son del todo correctas, o que podrían ser mejor aún. Otro tema importante es que, aunque nos cueste creerlo, las perras pueden llegar a tener embarazos psicológicos.
Debemos pensar además, si tenemos un perro ya en casa, dado que lo mejor sería que la nueva mascota se lleve bien con la que ya convivimos. Si tenemos un macho y queremos cría, lo mejor sería una hembra; por el contrario, si no queremos cría, debemos elegir a un macho (con cuidado de que no sean ambos muy territoriales, porque eso produciría fuertes conflictos) o a una hembra y castrarla

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