domingo, 28 de febrero de 2010

Tenencia Responsable

La protección de los animales y el bienestar de los mismos no es sólo tarea de los proteccionistas. El problema de los perros y los gatos sin hogar, que deambulan por las calles y procrean de manera descontrolada, es un problema social que requiere la participación responsable de cada ciudadano.


La comunidad debe ser solidaria con el sufrimiento de estos seres y evitar que desde la propia casa se propague el problema. La tenencia responsable es el primer eslabón para cortar la cadena de animales perdidos y abandonados. Para ello es fundamental:

Mantener a los animales propios dentro de las casas e impedir que permanezcan sueltos en las calles para no ocasionar molestias a otras personas y evitar que se pierdan o resulten accidentados. Los perros deben pasear siempre con collar y cadena y en todo momento deben llevar una chapa identificatoria con nombre y teléfono del propietario. De esta manera, si se pierde, la devolución es más rápida y efectiva.


Lo mismo con los gatos. Si se vive en un departamento, las ventanas deben incluir protección de balcón para evitar que se caigan o se pierdan y, si se vive en una casa en la cual es imposible evitar que salgan, lo correcto es que el gato sea castrado en forma temprana (esto reduce el impulso a deambular por los techos) y debe tener un collar elástico con chapita identificatoria.


Impedir la reproducción si no hay hogares seguros para todos los que nazcan. Aunque todas las crías de nuestra mascota sean felizmente ubicadas, el problema no termina aquí. Es imposible tener control absoluto de todas las crías que pueden nacer a partir de nuestros animalitos. Hay que tener en cuenta que una pareja de perros y su descendencia, en siete años, llegan a engendrar 5500 perritos y una pareja de gatos y su descendencia, en el mismo periodo, pueden llegar a engendrar medio millón de gatitos. Una cifra alarmante y real que nos debe llamar a la reflexión antes de permitir más nacimientos.


Los animales también tienen derechos: las leyes los amparan y es fundamental que la persona que conozca actos de crueldad -como envenenamientos, castigos físicos, falta de alimentación, etc.-

¿Por qué castrar?

La castración o esterilización es el método más efectivo que existe para evitar la superpoblación de animales, el nacimiento de las crías indeseadas y el abandono. Es definitivo, no deja ningún tipo de secuelas y tampoco modifica en absoluto la vida normal de la mascota.

Está comprobado científicamente que cuando una gata o una perra es castrada en forma temprana (antes del primer celo), prácticamente se anulan las probabilidades de que desarrollen tumores malignos en las mamas durante la adultez. También, al desaparecer los celos periódicos, se reducen los riesgos de contraer infecciones uterinas (Piómetras) que, de no ser detectadas a tiempo, pueden llevar al animalito a la muerte.

La responsabilidad de la esterilización no es sólo de los propietarios de la hembras. La misma obligación la tienen los poseedores de machos. La castración de estos ejemplares, además de impedir que dejen preñadas a las hembras, reduce la posibilidad de que se pierdan y el contagio de enfermedades por arañazos o mordeduras. Un perro castrado no tendrá la misma necesidad que uno entero de huir de casa en busca de hembras en celo, peleará menos y será menos agresivo con los de su especie. En el caso de los gatos ocurre algo semejante: no sienten necesidad de vagar para encontrar hembras, no precisan marcar territorio con la orina, el hedor propio de la actividad hormonal desaparece y, al pelear menos y minimizar el contacto con otros gatos, se reducen las posibilidades de contacios de enfermedades muy peligrosas como el VIF (virus de la inmunodeficiencia felina) y el VILEF (Virus de la leucemia felina).

No hay que olvidar:

Un animal castrado puede llevar una vida ciento por ciento normal.


Es más hogareño.


Se vuelve más cariñoso y sociable.


Es más longevo.


Generalmente se tornan más limpios.


Nunca más existirá el problema de las crías indeseadas que nadie quiere y que resultan imposibles de ubicar por falta de hogares suficientes para todos.

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